domingo, 28 de junio de 2009

País de mierda...

Me sumo a aquellas polémicas declaraciones de Pepe Rubianes: que se vaya a la mierda España. ¿Por qué? Bueno, puede haber muchas razones, pero ahora me voy a referir a una en concreto: vivimos en un país de caciques de mierda.

En las útimas semanas he visto dos cosas que me lo han demostrado (por si no estaba ya suficientemente claro). Por un lado, las denuncias de dos miembros de Partido Popular por corrupción en Torrelodones y que, a cambio, reciben una advertencia: "en esto que estáis denunciando hay mucho dinero, tened cuidado." El hecho era conocido por Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy y no hicieron nada para solucinarlo y es evidente la complicidad de los dos dirigentes del partido ante un delito de corrupción y una extorsión y encima deciden investigar a los que han hecho la denuncia, es decir, o te callas o te callo. ¡PERO QUÉ ES ESTO! Pero qué sociedad mafiosa de mierda estamos creando dejando el poder legislativo en manos de estos hijos de puta. Tenemos una clase política que hereda todo lo malo de la época del Tío Paco, aquí sólo vale el puño en la mesa, el millón en la cartera y la pistola en el cinto. Estos hijos de puta se creen, y tal vez tengan razones para hacerlo, que el país es suyo y nuestras vidas les pertenecen. Y que esto ocurra en una dictadura tiene su lógica, pero en democracia... no sé, tal vez tenemos el país que nos merecemos por regalar nuestros votos a cuatro payasos demagogos.

El otro acontecimiento caciquil que he vivido, me sucedió trabajando (por si alguien no lo sabe, soy teleoperador de Iberdrola), cuando me llama un instalador que trabaja en la casa de un ex-ministro socialista. Cuando me comunica la avería que están sufriendo le digo que ya la tenemos comunicada desde hace media hora, que nuestros técnicos ya están trabajando en la reparación y que a la hora tal, estará solucionado. El instalador me replica: "No, no me entiende usted, es que esto es la casa del Señor XXX, que fue Ministro de XXX". Le vuelvo a explicar la situación y el señor no da crédito. No entiende que el señor ex-ministro es exactamente igual que cualquier ciudadano ante una avería electrica, que un salto de un fusible de una torre de alta tensión no entiende de clases políticas. Quería que le mandase una flota de técnicos a casa del Señor XXX. Cuando le comunico que eso es imposible y que, siendo él electricista, debería saberlo, me colgó con un tono entre indigado en incrédulo, no concebía que todo el mundo sea tan servil ni le guste llenarse la lengua de zurraspas.

Desconozco si el instalador actuaba y hablaba a órdenes del ex-ministro o por iniciativa propia mantenía esa actitud servil, pero ninguna de las dos cosas me extrañaría, porque si el caciquismo funciona es porque la doble vía es real: la del que se cree estar por encima y la del que admite estar por debajo.

Me reafirmo pues: país de mierda que se merece lo que tiene.

sábado, 27 de junio de 2009

El rito roto.

Cambio de tercio.

Abrí este blog para opinar sobre cosas no para lamentarme como he hecho hasta ahora. Así que intentaré hacer de este espacio aquello para lo que fue creado, un lugar de discrepancia y opinión.

Leí hace un par de días un artículo de Fernando Savater que ahondaba en un debate que desde hace tiempo tengo con mi padre: la necesidad del rito. Mi padre recuerda haber leído unas opiniones de Albert Boadella hablando sobre la pérdida de clientes de la Iglesia Católica debido a la "humanización del rito" tras el concilio Vaticano II, este cambio supuso una pérdida del factor espectáculo y, en mi opinión, un grave error. Contra lo que tiende a pensar el común progre, la religión que tiene mucho de irracional creo que no es algo que deba vivirse de manera exclusivamente espiritual e íntima, sino, muy al contrario de manera fastuosa, teatral y deslumbrante. Quiero que se entienda que hablo en sentido de packaging, de márketing. Dice Savater en su artículo: "El éxito de las iglesias y su insólita perduración no se debe a las respuestas metafísicas que dan, sino a su oferta de rituales bien consolidados en esos procesos difíciles del cambio de estado social." Estoy muy de acuerdo, las soluciones metafísicas, no nos engañemos, solo sirven a unos cuantos, pues son sólo unos cuantos los que tienen metadudas. Al resto, lo que le gusta es el folklore. Ejemplo práctico: ¿Qué eventos religiosos atraen a las masas? Las procesiones, v. g., un evento eminentemente teatral donde hay un rito que entendemos y aceptamos, donde se eleva un principio con el que nos podemos identificar, el dolor humano, dende lo divino se reduce a la madera y se hace matérico, palpable y a la vez deslumbrante y lejano, pero siempre terrenal. Tres cuartos de lo mismo pasa con El Rocio.

Y aquí entra en danza el concepto de catarsis. En la conversación que mantenía con mi padre, hablabamos sobre unas imágenes en televisión de los empalados de Semana Santa. Indefectiblemente condenamos estas tradiciones, las tachamos de bárbaras, decimos que la religión no tiene nada que ver con el dolor... ¡Y tanto que sí! La catarsis es el acontecimiento que más fuerza tiene para unir a un grupo, para crear lazos eternos. Dos personas que hayan sentido la catarsis hombro con hombro, se mirarán a los ojos de distinta manera durante el resto de su vida, aunque lo único que hayan hecho es observar. El dolor ajeno nos limpia, nos hace sentir mejores porque sabernos capaces de compadecer a otros nos crea esa ilusión aunque seamos el mayor hijo de puta del mundo.

Yo, en definitiva, soy un agnóstico descreído, pero si creo en algo es en el valor del espectáculo y la Iglesia Católica siempre ha sabido manejar el factor alienante de la pompa. Y me cabrea cuando nos empeñamos en negar lo evidente porque lo evidente nos parzca "antiguo". La celebración religiosa es esencialmente teatral, de hecho los terminos teatro y rito están muy ligados, y sin teatro el hecho religioso es una amalgama que nadie se quiere tragar (o muy pocos) porque te condena a ser bueno y nada más, y, no nos engañemos, eso es una mierda.