sábado, 27 de junio de 2009

El rito roto.

Cambio de tercio.

Abrí este blog para opinar sobre cosas no para lamentarme como he hecho hasta ahora. Así que intentaré hacer de este espacio aquello para lo que fue creado, un lugar de discrepancia y opinión.

Leí hace un par de días un artículo de Fernando Savater que ahondaba en un debate que desde hace tiempo tengo con mi padre: la necesidad del rito. Mi padre recuerda haber leído unas opiniones de Albert Boadella hablando sobre la pérdida de clientes de la Iglesia Católica debido a la "humanización del rito" tras el concilio Vaticano II, este cambio supuso una pérdida del factor espectáculo y, en mi opinión, un grave error. Contra lo que tiende a pensar el común progre, la religión que tiene mucho de irracional creo que no es algo que deba vivirse de manera exclusivamente espiritual e íntima, sino, muy al contrario de manera fastuosa, teatral y deslumbrante. Quiero que se entienda que hablo en sentido de packaging, de márketing. Dice Savater en su artículo: "El éxito de las iglesias y su insólita perduración no se debe a las respuestas metafísicas que dan, sino a su oferta de rituales bien consolidados en esos procesos difíciles del cambio de estado social." Estoy muy de acuerdo, las soluciones metafísicas, no nos engañemos, solo sirven a unos cuantos, pues son sólo unos cuantos los que tienen metadudas. Al resto, lo que le gusta es el folklore. Ejemplo práctico: ¿Qué eventos religiosos atraen a las masas? Las procesiones, v. g., un evento eminentemente teatral donde hay un rito que entendemos y aceptamos, donde se eleva un principio con el que nos podemos identificar, el dolor humano, dende lo divino se reduce a la madera y se hace matérico, palpable y a la vez deslumbrante y lejano, pero siempre terrenal. Tres cuartos de lo mismo pasa con El Rocio.

Y aquí entra en danza el concepto de catarsis. En la conversación que mantenía con mi padre, hablabamos sobre unas imágenes en televisión de los empalados de Semana Santa. Indefectiblemente condenamos estas tradiciones, las tachamos de bárbaras, decimos que la religión no tiene nada que ver con el dolor... ¡Y tanto que sí! La catarsis es el acontecimiento que más fuerza tiene para unir a un grupo, para crear lazos eternos. Dos personas que hayan sentido la catarsis hombro con hombro, se mirarán a los ojos de distinta manera durante el resto de su vida, aunque lo único que hayan hecho es observar. El dolor ajeno nos limpia, nos hace sentir mejores porque sabernos capaces de compadecer a otros nos crea esa ilusión aunque seamos el mayor hijo de puta del mundo.

Yo, en definitiva, soy un agnóstico descreído, pero si creo en algo es en el valor del espectáculo y la Iglesia Católica siempre ha sabido manejar el factor alienante de la pompa. Y me cabrea cuando nos empeñamos en negar lo evidente porque lo evidente nos parzca "antiguo". La celebración religiosa es esencialmente teatral, de hecho los terminos teatro y rito están muy ligados, y sin teatro el hecho religioso es una amalgama que nadie se quiere tragar (o muy pocos) porque te condena a ser bueno y nada más, y, no nos engañemos, eso es una mierda.

5 comentarios:

Alberto Esteban dijo...

"la religión que tiene mucho de irracional creo que no es algo que deba vivirse de manera exclusivamente espiritual e íntima, sino, muy al contrario de manera fastuosa, teatral y deslumbrante"

Discrepo absolutamente.
Primero no es cierto que la religión sea algo irracional, más bien al contrario, emana de la razón.

Y en segundo lugar, el cristianismo, por su esencia, debe huir de la teatralidad. De hecho el Evangelio recomienda al cristiano que ore en la intimidad de su cuarto. El fariseísmo no tiene cabida en el cristianismo.

Saludos

Rodrigo Manchado dijo...

Eso, querido Alberto, es más el debería que la realidad. A los hechos me remito.

Ojalá el cristianismo huyera de la teatralidad, entre otras cosas porque así no nos molestarían a los que nos somos cristianos. Pero la realidad es otra muy opuesta.

kar. dijo...

Mi querido Rodrigo:
Una cosa es el cristianismo y otra el catolicismo.
El cristianismo es una cuestión privada. (Que se ejecuta a vista de pocos, familiar y domésticamente, sin formalidad ni ceremonia alguna. Particular y personal de cada individuo.)
Lo otro es la manera elegida, entre varias posibles de representación pública. (Notorio, patente, manifiesto, visto o sabido por todos. Vulgar, común y notado de todos.)
Esa es la diferencia.

Rodrigo Manchado dijo...

No estoy para nada de acuerdo. Me debo haber explicado mal porque yo apuntaba a una cosa muy concreta sin querer criticar (de momento) al catolicismo ni hacer diferenciaciones entre un sesgo u otro de una religión. Yo me estoy refiriendo a la progresiva eliminación de lo folklórico y ceremonial del rito religioso. No hago un juicio de valor sino una observación. En la película "Amanece que no es poco" de Cuerda, el pueblo llena la iglesia porque el cura hace "un alzamiento de hostia" tan sublime que levanta hasta aplausos. Esto es, claro está, una exageración, pero creo que muestra a qué me refiero: ya no hay aplausos, no hay "temor de Dios" y esto provoca que entremos en la iglesia como a un lugar público cualquiera, sin intimidación y, por lo tanto, sin fascinación.

Yo, por ciertas circunstancias, tengo que asistir a muchas bodas católicas y veo, una tras otra, la repetición desganada y desmitificada de un rito que a nadie fascina, que no tiene nada de extracotidiano. ¿Resultado? Pérdida de clientela.

kar dijo...

Pués que pena...